Justo cuando la ternura parece ser esquiva y la policromía de las palabras corre el riesgo de evaporarse en el ensueño de la nostalgia, emergen cuatro historias inéditas hechas de agua, tierra, mar y pies. Y al compás de la apacible voz maternal que nos leía cuentos en la infancia, hablan de un jardín de alelí que anhela a su radiante nana; de un amor reptil que espera un sí y una rosa; de la asamblea acuática en el lugar más azul que haya existido, y de un tremendo traspiés en el país de Aranjuez.
¿La voz? María Isabel Arévalo, quien con impecable destreza nos recuerda que siempre seremos niños aprendiendo a leer.