Santiago, a los 50 y tantos años, recuerda: el colegio masculino donde estudió, el accionar de los grupos guerrilleros en la universidad y el ejercicio intrascendente de la Geología con el Estado colombiano. Las temporadas de soledad en su apartamento, lleno de objetos inútiles; la familia, las mujeres, los amigos y las adicciones. Evoca momentos cruciales de la historia del país, de los que, sin proponérselo, ha sido testigo.

Revisa sus sueños, en contrapunto con la cotidianidad atormentada de Colombia, que quiere eludir. El dilema final será escoger la manera de pasar los años que le queden.